¿INTENTAR, BASTA? La clave está en probar
¿Has tenido la sensación placentera de imaginar algo que te gustaría hacer y sentir una emoción positiva de entusiasmo?, pues bien, esta facultad de sentir placer y bienestar antes de que las cosas que imaginamos ocurran no es otra cosa que anticipar beneficios positivos, una manera sencilla de sembrar sensaciones de placer y bienestar, incluso antes de que sucedan las cosas que esperamos.
Pero, ¿qué implicaciones tiene anticipar los beneficios?
Cualquier pensamiento, acción o gesto que nos permita imaginar y disfrutar por adelantado de algo positivo que está por venir, nos prepara mentalmente para ese momento y nos motiva en el presente. La anticipación en este sentido positivo, es una brújula emocional que nos orienta hacia el disfrute y la motivación, ayudándonos a saborear la vida incluso antes de que los acontecimientos ocurran. No nos referimos a la anticipación mágica o fantasiosa, es decir, a aquella que da por sentado que ocurrirá algo incierto que no depende de nosotros sino de algo incierto y externo, como el universo o el azar, por ejemplo.
Diseñar, prever y visualizar instantes gratificantes —como imaginar la sonrisa de alguien al recibir flores o sorprender a alguien con una cena inesperada— activa en nuestro cerebro circuitos de recompensa que nos permiten disfrutar del presente, alimentando la motivación y el optimismo. Estos pequeños gestos, realizados por el simple placer de hacerlos, enriquecen nuestra experiencia diaria y nuestra interacción con las demás personas y el entorno, contribuyendo a una mejor salud mental al reducir el estrés y aumentar la sensación de propósito y conexión.
Cuando regalamos flores sin motivo especial, preparamos una cena sorpresa, escribimos una nota de ánimo para dejarla en un lugar inesperado, o nos sumamos a una cadena de favores, lo hacemos porque esas acciones nos llenan de satisfacción personal, no solo por la reacción de la otra persona.
¡Y aquí es donde reside el secreto de anticipar los beneficios positivos! No se trata de intentar, se trata de PROBAR.
Intentar se queda en el terreno de lo posible, como intentar encender la luz, pero sin ejecutar la acción. Probar, en cambio, implica dar el paso y hacerlo: girar el interruptor, aunque no siempre se logre el resultado esperado. Probar no garantiza el éxito; puedo probar a encender la luz y descubrir que la bombilla está fundida o que hay una avería. Sin embargo, el valor está en la acción, en atreverse a experimentar y abrirse a nuevas sensaciones, más allá del resultado.
De ahí que el valor está en “probar a hacerlo”, no ha intentarlo. Esta búsqueda de placer intrínseco —el placer de dar, de crear, de sorprender— es fundamental positivo para el bienestar emocional. Estudios recientes muestran que las pequeñas acciones altruistas y los gestos cotidianos de amabilidad tienen un impacto directo en la reducción de la ansiedad y la mejora del estado de ánimo, ya que refuerzan la autoestima y la sensación de pertenencia.
¿Tienes algún gesto para anticipar un beneficio que te haga feliz y te gustaría compartirlo para inspirar a otras personas? Este es tu espacio: cuéntanos en los comentarios esa pequeña acción que te llena de ilusión o te motiva cada día. Tu experiencia puede ser el impulso que alguien necesita para descubrir el placer de lo sencillo y transformar su rutina.
La clave es Probar