La Primera vez no pasa nada

Desmontando un mito

​Hay frases que se repiten como mantras en los centros educativos, entre colegas o en algún meme de redes sociales.

¿Cuántas veces has escuchado? : “La primera vez no pasa nada”, en un tono cómplice y despreocupado. Y como ocurre con otras tantas cosas que desconocemos, creemos que es cierto que “la primera vez no pasa nada” y si pasa, “¡no me va a pasar a mí!” .

​Pero, ¿realmente es verdad que la primera vez no pasa nada?, dicho así parece hasta irrelevante la primera vez que una decide mantener su primera relación sexual y la verdad es que no lo es. Desde OXiA, queremos desmontar este mito con una mirada amplia: la de quienes ya pasaron por ahí, la de familias que acompañan en este proceso de descubrimiento y la de jóvenes que se hacen preguntas.

La verdad, es que sí pasa.

Para nadie es un secreto que el contacto sexual tiene riesgos físicos y consecuencias evidentes, los cuales no dejan de ser “riesgos” al ser la primera vez. No se trata de ver las primera relaciones sexuales como un juego de probabilidades, la iniciación sexual es un auténtico acontecimiento con repercusiones emocionales, psicológicas y fisiológicas que marcarán la vida de una persona joven en su vida adulta. Dicho esto, parece entonces que sí es importante.

La primera vez no se olvida

Consultando al equipo psicológico de OXiA, la realidad es que el punto de partida sexual trae un carrusel de emociones: entusiasmo, inseguridad, miedo, culpa o, a veces, confusión. Esta marea emocional no solo influye en la autoestima, sino en la forma de vincularse y confiar en futuros vínculos íntimos. Hay experiencias que se quedan marcadas de por vida, aunque a veces no se quiera; por ejemplo, tu primera resaca, tu primer beso y por supuesto tu primer encuentro sexual.

La emociones son variopintas. Puede ser bonito, raro, divertido, confuso, o una mezcla de todo sin control. Lo cual evidencia que no es tan irrelevante como parece. No es solo un acto físico en el cual “no pasa nada”, sino una experiencia de emociones, nervios, dudas, inseguridad, ilusión y hasta culpa. Es un auténtico cóctel, el cual no siempre sale tan romántico como en las pelis, ni los TiKToKs, algunas veces no llevan música ni filtro de colores, pero sí dejan una sensación de emociones, a veces tan complejas, que no sabemos cómo gestionar y que dejan huella.

¿Y si no es como esperaba?

Aquí entra en juego las expectativas; según lo que vemos en películas, series y redes, nos imaginamos que la primera vez va a ser épica. Sin embargo, la vida real no lleva filtros de Instagram, y aunque intentes justificar, si algo no es bueno te dejará secuelas físicas, emocionales y psicológicas.

Si vas con la idea de que será perfecto y no lo es… viene el bajón. Por eso es imprescindible saber que es normal sentir inseguridad y que nadie tiene que presionarte. Y si te pasa, levanta bandera roja .

El consentimiento, la​ seguridad de ​decir NO

¿Alguien te ha hablado de la importancia de la seguridad y la confianza frente a una relación sexual? ¿Sabes reconocer las claves que emite tu cerebro y tu cuerpo cuando no se siente seguro? ¿Cuántas personas conoces que bajo la presión de la pareja y por no quedar mal, se someten a cumplir las expectativas sexuales de otra persona?

El cuerpo también habla con el “subidón”

​Es cierto: el sexo no es sólo emoción, también es cosa del cuerpo. Tu cuerpo reacciona al placer, libera hormonas que te hacen sentir conectado a la otra persona, aunque solo sea para un encuentro sexual, sin otras pretensiones. El cuerpo habla, reacciona y siente. El placer forma parte natural de nuestra experiencia corporal, y no es algo por lo cual debas sentir culpa o vergüenza. Tiene que ver con hormonas, sensaciones físiológicas que a veces impiden “pensar con claridad” en esos momentos.

​Cuando vivimos una experiencia placentera como un encuentro sexual con o sin penetración, el cerebro libera neurotransmisores que están relacionados con la sensación de bienestar, motivación y vínculo afectivo. En esos momentos, ciertas áreas del cerebro responsable de la toma de decisiones racionales y el autocontrol, disminuyen su actividad , lo que puede hacer que las emociones y el impulso del placer “nublen” nuestra capacidad de pensar con claridad o analizar los riesgos de forma objetiva.

​Desde OXiA, creemos en la importancia de educar sexualmente para “anticipar situaciones y entrenar la capacidad reflexiva para actuar en el momento que sea necesario. Sin entrenamiento, es más difícil controlar.

​Antes de estar en el “subidón” bioquímico del placer, es mejor prepararnos para decidir según nuestras ideas y valores, y no dejarnos llevar por el momento. Vamos, que hay que cuidarse. Y para eso hay que estar informado, no ir a ciegas ni dejarse llevar por el “esto no me va a pasar a mí”.

Conócete primero

​Antes de querer conocer a otra persona en la intimidad… ¿te conoces tú? Saber lo que quieres, lo que no, dónde están tus límites, lo que te gusta o no, es clave para vivir el sexo con gusto y con seguridad. No es solo un tema de “ser mayor de edad” o de “ya toca”. No, no toca nada si tú no quieres. El ritmo lo pones tú.

Y si tienes dudas… ¡habla!

​Puede que tengas dudas, miedo, curiosidad… Lo normal. Lo importante es que tengas a alguien de confianza con quien hablar, pero no te quedes solo con las ideas que circulan por internet o por el grupo de WhatsApp.

Y si eres padre, madre o persona adulta en general, aquí va un consejo:

👉 Deja los juicios en la puerta y escucha.

👉 Deja el “en mis tiempos” y busca información fiable

👉 Educa con respeto, no desde tu punto de vista, sino desde el respeto y comprensión mutua.

Entonces… ¿hay que esperar? ¿hay que hacerlo?

​No hay un “debería”. Solo hay un hazlo si quieres, si sientes que es el momento, si tienes confianza con la persona, si vas con protección, si no hay presión de por medio.

Y si no quieres, no pasa nada.

​Recuerda que lo que sí pasa es que, la primera vez que decides compartir tu cuerpo con alguien, te llevas algo contigo. Una experiencia, un recuerdo, un aprendizaje.

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